Después de treinta años, Kokoro ha encontrado un hogar
El martes pasado tuvimos la oportunidad de conocer y conversar con Barbara Bourget, cofundadora del Festival Internacional de Danza de Vancouver (VIDF) y directora artística de la compañía de danza Kokoro.
El motivo de nuestra reunión era hablar sobre el nuevo hogar de la compañía de danza que, luego de treinta años de vida, por fin ha encontrado un lugar propio.
Kokoro fue creado por Barbara y su esposo Jay Hirabayashi en 1986. Desde entonces, la compañía se ha presentado en distintas partes del Canadá, Estados Unidos, Europa y América del Sur y ha servido como lugar de inspiración para nuevos bailarines. Su misión es la redefinición de la cultura canadiense a través de la enseñanza, la producción y la representación en los escenarios de nuevos estilos de danza, con un enfoque colaborativo y multidisciplinario, mediante la exploración intercultural. La palabra Kokoro proviene del japonés, y significa "corazón, alma y espíritu".
Desde el momento en que Barbara nos abrió la puerta, su rostro reflejaba una intensa alegría. Y no era para menos, nos estaba abriendo la puerta de su nuevo lugar de trabajo, de su nueva casa.
El conocido edificio Woodward, antigua tienda departamental ubicada en la zona centro de Vancouver, está ahora a la espera de las renovaciones para albergar en él a los estudios de danza Kokoro.
En octubre del 2014, el consejo de la ciudad aprobó que Kokoro Dance, Vancouver International Dance Festival, Vancouver Moving Theatre y Raven Spirit Dance, se convirtieran en los nuevos dueños de lo que eran locales de la antigua W2 Community Media Arts Society, en el edificio Woodward. Dicha sociedad estuvo ahí del 2011 al 2013, pero tuvieron que ser desalojados por haber incumplido en sus pagos.
Barbara nos llevó a recorrer las instalaciones que están a punto de comenzar sus trabajos de renovación. Los planes incluyen un área de oficinas, ubicada en el segundo piso, un estudio de danza en el primero, y una más en el sótano que podrá ser empleada para la creación, ensayo, funciones, prácticas, talleres, clases y además, como estudio de grabación. La idea, como Barbara lo decía, es rentar a precios módicos los espacios a otras organizaciones culturales y artísticas que necesitan un lugar para trabajar.
Los bailarines y fundadores de la compañía y del VIDF, están convencidos de la responsabilidad que como artistas tienen de apoyar y difundir la actividad artística, y por ello, ven este nuevo comienzo como una oportunidad para no solo para que su trabajo de décadas forme raíces en un sitio, sino para que sirvan de ejemplo y casa para otros proyectos nacientes.
La tarea no será fácil, pero Barbara y su esposo, siguen trabajando arduamente para conseguir los recursos indispensables para lograr su cometido. A través de sus distintas actividades culturales, han logrado reunir la cantidad de 565,000 dólares canadienses; sin embargo, con la desafortunada devaluación de la moneda del país, han visto menguados en un treinta por ciento el fruto de sus esfuerzos.
Barbara dijo que a pesar de lo difícil que pueda resultar el trabajo de las organizaciones no lucrativas, los frutos y la satisfacción que dejan valen la pena. Por ello, invitó a todos aquellos que se encuentran en el intrincado camino de las “non-profit” para que no se den por vencidos. Ella está segura de que la clave para el éxito radica en el nivel de compromiso, constancia y disciplina que se le pongan a la actividad diaria.
Imposible no sentirse motivado después de escucharla hablar. Gracias Barbara Bourget.
Esperan poder abrir el estudio del primer piso a finales de marzo de este año.
Kokoro estará participando en el VIDF a celebrarse del 28 de febrero al 19 de marzo.
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