top of page

Mis elementos de continuidad

El desapego material de aquello con algún significado emocional nunca ha sido mi fortaleza; sin embargo, la migración me lo impuso, tuve que elegir. Migré a los 37 años de edad, con seis años de casada y una bebé de ocho meses. Eso había sido suficiente tiempo para acumular objetos-recuerdos de mis viajes de soltera, regalos de boda, primeras ropas y juguetes de mi hija, pequeñísimas herencias familiares, libros, discos, fotos de mi infancia. Tenía historias en mis objetos, tenía una identidad con mis objetos y, tenía un límite económico que no me permitía pagar excesos y sobrepesos. Entonces, tuve que elegir, priorizar. Así, empecé el embalaje de aquello que llevaría conmigo, de aquello que mandaría al corto plazo y de aquello que dejaría para llevar al largo plazo (es decir, quién sabe cuándo). Vender, regalar, guardar, abandonar mis objetos fue toda una experiencia de desprendimiento.


Hace pocos días celebrábamos la Navidad, la segunda para mí fuera de mi familia y con una hija de dos años a quien quisiera darle elementos culturales que se integren a su identidad de “forma bonita”, como se forjaron en mí. Por eso, escucho villancicos en español con los que vibro y lloro de nostalgia (sí, mi hija me ve llorar de nostalgia, ¡qué le puedo hacer!). Motivada por el deseo de darle esos elementos, decidí invitar a unos cuantos amigos latinoamericanos para crear una celebración que nos saque un poco del tormento comercial y nos ponga un poquito más espirituales: una posada para rezar la novena al Niño Jesús. Con esto, aportaría a la felicidad de mi hija de estar rodeada de amiguitos y bailar nuestros villancicos junto al pesebre. Y fue en la preparación de este evento que me percaté de lo que estaba haciendo y produje la foto que acompaña este texto. Elegí tres elementos: una toallita de cocina, una canasta llena de unos dulcecitos conocidos como “huevitos de faldiquera” y un contenedor de incienso de Palo Santo.


La toallita de cocina. Tiene un diseño navideño posiblemente de los ochenta y perteneció a mi abuela materna. Mi madre me la heredó en algún momento de mi vida de casada y me pidió que la cuidara. Fue elegida entre mis objetos migrantes. No sé cuánto la usó mi abuela, me parece que no mucho, pero fue de ella, Faustina, a quien conocí poco pero fue mi abuela. Hoy, saco su toallita de cocina navideña para que me acompañe.


Los huevitos de faldiquera. Son dulces tradicionales en mi país, Ecuador y en mi familia particularmente, tienen un gran significado. Entre las pocas delicias culinarias que a mi madre le han gustado preparar, esta masa trabajosa de hacer ha sobrevivido y ha acompañado cada fiesta de cumpleaños de mis sobrinos pero no las de mi hija; sin embargo, sí los había probado lo suficiente para que le encanten. Hace pocas semanas, mi madre me pudo volver a enviar esta dulcísima masa por correo (desde U.S.A.). Vi así la oportunidad de que los amiguitos de mi hija probaran sus famosos huevitos e hice algo que no hacía hace años: bolitas de esta masa envueltas en papelito de seda.


Incienso de Palo Santo. Es un aserrín de la madera seca de un árbol al que llamamos Palo Santo y cuyo nombre científico es Bursera gravéonlens. Un italiano que llegó al Ecuador y que lo ha popularizado en esta presentación durante los últimos años, se enamoró de su fragancia y lo ha considerado como el aroma del país. Y es que al olerlo aquí, es imposible no recordar el ambiente húmedo, caluroso, pegajoso, impregnado de ese olor durante la época lluviosa en las zonas costeras. Quemar pedacitos de su madera dice espantar a los mosquitos. En mi migración, me traje cien conitos de incienso.


Cuando vi estos tres elementos interactuando en mi preparación del evento, me dije: “¡Qué maravilla, cuántos símbolos juntos!” y me alegré de la forma en la que me estaban acompañando y por lo tanto, significando. Y respiré más tranquila al ver que voy encaminando, de alguna forma, mi necesidad de sentirme conectada con la raíz de mi vida y con la continuidad que eso posibilita. Por ahora, mi pequeñita solo disfruta de los huevitos de mi madre, pero huele el Palo Santo del ambiente y se seca sus manos en la toalla de mi abuela, que justo en este día, hubiera cumplido años.



Publicaciones populares

Check back soon
Once posts are published, you’ll see them here.

Las Mujeres con Visión

Check back soon
Once posts are published, you’ll see them here.

Los Colaboradores

Check back soon
Once posts are published, you’ll see them here.

Síguenos

  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square

Comparte

Archivo

bottom of page