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Localidad foránea o la centralidad periférica artística: un intercambio de relaciones y cartografías


Hace un par de semanas platicaba con una amiga cercana sobre el contexto en que se dio mi primer exposición colectiva. A pesar de que han pasado varios años recuerdo perfectamente cómo buscamos y encontramos patrocinios. Nos fue relativamente sencillo conseguir el contacto de las personas que se dedicaban dentro de las empresas a conceder ya sea productos para la inauguración, impresión de invitaciones, mobiliario para montar la exposición, entre otras cosas; incluso puedo decir que encontrar el espacio tampoco fue gran problema pues conocía a una persona que tenía lazos directos con quien gestionaba esa galería. A pesar de haber sido un camino burocrático de llamadas, escritos, horarios y fechas todo salió perfectamente; la exposición se montó a la hora adecuada con el mobiliario perfecto que no nos costó ni un peso, tuvimos 1000 invitaciones impresas por las que tampoco pagamos nada y por si eso fuera poco nuestros invitados pudieron degustar algunas bebidas y hasta pelear al final del evento por las botellas que aún quedaron. ¡Benditos patrocinios! Mi amiga me miraba fijamente sin decir ni una sola palabra hasta que después de algunas horas y ya entradas en una de esas pláticas/discusiones existenciales que uno suele tener con ciertos amigos me dijo (parafraseando sus palabras): “Por eso te digo que allá es muy diferente, nosotros para nuestra primera exposición no tuvimos nada de eso, nos encargamos de hacer todo y pagar todo, allá no tuvimos esas facilidades.”


Mi amiga es de Ciudad Juárez y vive ya desde hace algunos años en la CDMX (ciudad de México) antes DF (Distrito Federal), la conozco por otros amigos que también son de Ciudad Juárez y a esos otros amigos los conocí por una amiga de Morelia. A ella la conocí por otras amigas que venían de Guanajuato, por estas amigas de Guanajuato conocí a otros amigos que son de Chiapas y así sigue la cadena de conocidos foráneos. Muchos de estos conocidos se dedican a distintas profesiones dentro del campo artístico cultural; son diseñadores, artistas visuales, músicos, cineastas, fotógrafos, etcétera. Algunos vinieron a estudiar aquí y otros decidieron cambiar su lugar de residencia al terminar sus estudios en sus respectivos estados. Los he escuchado conversar entre ellos sobre sus diferentes anécdotas al mudarse a la ciudad, hemos reído de algunas preguntas idiotas que les hacen, de algunas actitudes de discriminación que viven en sus trabajos, de la ambigüedad de no ser de allá ni de acá; los he visto extrañar a su familias y lidiar con la pregunta de si regresar a sus estados o quedarse en el DF. Pero no fue hasta que comparé los empiezos de mi vida profesional con los de mi amiga cuando me puse a reflexionar sobre las ventajas y desventajas de crecer incorporada a las múltiples opciones que me da vivir y ser de una de las ciudades más grandes del mundo y la segunda ciudad con más museos solo después de Londres.


En un intento de ponerle cifras y sentido a lo que acababa de darme cuenta intenté buscar datos que me hicieran entender las condiciones de la infraestructura y el comportamiento de los hábitos culturales-artísticos de México. A pesar de los aparentes esfuerzos de descentralización seguimos viviendo un centralismo jerárquico, la estructura económica centro-periferia sigue presente en cada uno de los ámbitos culturales de nuestra nación en donde las relaciones de dependencia también siguen vigentes. La ciudad de México y en menor grado Guadalajara y Monterrey (un amigo se quejaba que para la gente del DF todos los que vienen del norte son de Monterrey) son el territorio central ¿Cómo funciona esta relación centro-periferia? Esta concepción nace de la teoría económica de Raúl Presbisch allá por los años cincuenta.[1] Este argentino entendía bien cómo funcionaban las relaciones entre los países poderosos y todos los demás; fue así como notó que existe una coexistencia entre un centro o núcleo más desarrollado que concentra las decisiones y el ingreso, y una periferia con una suerte menos exitosa donde se hacen evidentes las disparidades regionales que resultan en una incapacidad de generar una dinámica propia de desarrollo.[2]


El tipo de relación que se da en este escenario es de dependencia, el centro utiliza los recursos de la periferia y con ellos logra un mayor desarrollo además de generar y absorber cambios innovadores, mientras que la periferia solo da y da y siempre está controlada y subordinada al centro. Para que este tipo de relación tenga sentido debe existir un flujo de mercancías, conocimientos, gente o lo que sea entre estos dos espacios, en este caso es de personas que llevan sus ideas con sus respectivos productos culturales y artísticos, lo que resulta en un sistema dinámico que también puede llegar a beneficiar a ciertas periferias que pueden modificar sus sistemas aunque sigan siendo regulados por el espacio central. La idea de utilizar una teoría económica para explicar una actividad artística ha sido utilizada en varias ocasiones sobre todo cuando tratamos de entender el mapa o la cartografía cultural a partir de los consumos culturales. Estos consumos culturales nos pueden dar una idea más amplia de las tendencias y diferencias sociales, así como de ciertos rasgos específicos de los valores éticos y estéticos de las sociedades.


En México se lleva a cabo una «Encuesta nacional de hábitos, prácticas y consumos culturales»[3] donde podemos ver que a pesar de que el número de museos en México es significativamente mayor a cualquier otra entidad del país (el más cercano es el estado de Jalisco y la diferencia es de casi cuarenta museos menos) los estados de Chihuahua y de Quintana Roo están en los primeros lugares en cuanto a prácticas de actividades artísticas se refiere.[4] Ahora bien, pensemos que en cuanto a infraestructura las actividades artísticas siguen centralizándose en el Distrito Federal pero los porcentajes más altos de deseo por una educación artística más amplia o la intención de dedicarse profesionalmente a una disciplina artística, más allá del DF, están en los estados de: Tabasco, Baja California Sur, Morelos, Aguascalientes y Chihuahua.[5] Cuando se analiza la participación cultural por estado no se encuentran diferencias significativas de un estado a otro e incluso no hay una relación directa ,realmente importante, de los comportamientos culturales con los presupuestos asignados a cada estado para este fin. [6]Debido a esto podríamos dejar a un lado la intención de explicar nuestra estructura artística a partir de esta teoría, centro-periferia pero ¿qué sucede cuando los conocimientos y productos de estas personas viajan con ellas y dejan de ser parte de esa otredad? ¿Qué sucede con el cambio de lugar y con la modificación de la cartografía en donde la periferia se centraliza y lo foráneo se hace parte de lo local? Podríamos contestar que este cambio de lugar simplemente reafirma las relaciones de dependencia de la periferia pero yo opino que es algo más, para mi la modificación de la cartografía y el movimiento que se da de las relaciones transforma los espacios y los hace ambiguos, por lo tanto el territorio se convierte no solo en un lugar geográfico sino mental, emocional, social y conceptual; el centro brinda un campo de batalla para la inclusión pero también para la reformulación y relectura de los paradigmas y estructuras centrales.


Hace un tiempo asistí a un Simposio sobre Arte Contemporáneo muy famoso en la Ciudad de México que trataba esta necesidad de replantearse el concepto de centro-periferia, las reflexiones se hacían tomando como base el SUR[7], intentaban entender cómo este SUR se vivía así mismo y cómo proponía modificaciones conceptuales cartográficas a partir de propuestas artísticas. Una de las herramientas que se utilizaban era la creación de espacios e iniciativas que activaran lo local con la intención de significarse globalmente, reflexionaban como le tocaba al artista más que a las instituciones ser el creador y el actor de nuevas geografías y cómo su posición le permitía el diálogo y la confrontación desde la subalternancia artística.


La conclusión era que debía dejar de verse la producción y los artistas del sur como si las cartografías políticas, económicas, culturales y sociales no se ramificaran o transformaran, y debían verse los lugares periféricos y cualquier relación entre ellos como territorialidades de enunciación en búsqueda de convertirse en lugares de definición.


Entonces ¿qué sucede con las prácticas, productos y relaciones de todas las personas que ahora viven en la ciudad y que también respiran la otredad? Yo creo que al enfrentar y experimentar la necesidad de la inclusión logran crear una cartografía distinta, donde las relaciones se transforman y enriquecen tanto lo que está aquí como lo que dejaron allá. Ellos son esos actores que generan las nuevas geografías y reflexionan en sus quehaceres artísticos sobre temáticas que están en las fronteras de la centralidad además de proponer lenguajes visuales distintos desde un ojo conocedor pero al mismo tiempo nuevo, no así ingenuo.


En la creación de estos innovadores productos artísticos me parece importante que no debe olvidarse la inclusión de todas las partes, ya que la apertura permitirá que cualquier actividad artística o flujo de conocimiento, producto, proceso o desarrollo artístico que se produzca logre traspasar y encontrar un espacio distinto con la intención no de crear en el espacio de otro sino crear en sí el nuevo espacio. Los productos que resulten de estos procesos de inclusión ya no se verán como productos de identidad sino como realidades en conjunto. Para decirlo de una manera más coloquial, me parece crucial que todos estemos invitados a la misma fiesta y llevemos nuestro guisado favorito para compartir, uno nunca sabe las delicias con las que se puede encontrar y los nuevos bailes que puede aprender.



Bianca Monserrat Castillero Vela

Licenciada en Artes Visuales con estudios de posgrado en Historia del Arte; fan de las carnes asadas, los dorilocos, el chimichurri guanajuatense y el vasolote.






[1] Revisar concepto en <http://www.enciclopediadelapolitica.org/Default.aspx?i=e&por=c&idind=209&termino=centro-periferia y http://www.dicc.hegoa.ehu.es/listar/mostrar/31>



[2]< http://www.hypergeo.eu/spip.php?article176>


[3] para saber más sobre como está integrada ésta encuesta y cuales son los parámetros utilizados ver: <http://www.educacionyculturaaz.com/wp-content/uploads/2013/04/Captura-de-pantalla-2013-04-10-a-las-12.26.32.png>


[4] Para más datos completos y estadísticas revisar: <http://www.conaculta.gob.mx/encuesta_nacional/#.Vba5nijpT64>


[5] Víctor González Esparza , ¿Hacia un nuevo mapa cultural? Prácticas y consumos culturales en México en Razón y Palabra. Primera revista electrónica en Iberoamérica especializada en comunicación. <http://www.razonypalabra.org.mx/N/N88/Varia/26_Gonzalez_V88.pdf>


[6] Ibíd. Págs., 12, 13 y 14. <http://www.razonypalabra.org.mx/N/N88/Varia/26_Gonzalez_V88.pdf>


[7] Este Seminario fue el SITAC VII (Séptimo Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo dirigido por Cuauhtémoc Medina y que tuvo por título: Sur, Sur, Sur, Sur…). Para más información revisar <http://sitac.org/archivos/sitac-vii-sur-sur-sur-sur-south-south-south-south/>

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