Desarrollo Sostenible: realidad que nos concierne a todos.
A propósito de la reciente ceremonia de premiación de los Inspirational Latin Awards, mientras que escuchaba a los nominados en la categoria de desarrollo sustentable, recordé que hace ya algunos años, mientras esperaba a que comenzara un programa en Discovery Channel, me tocó ver uno de los comerciales que más me han conmovido. La idea central era la siguiente:
Imagínate que vives en una isla en medio del océano y todos tus recursos son limitados. El agua para beber es limitada, los árboles son pocos, los animales también. No puedes huir a ninguna parte. ¿Qué pasaría cuando los pocos recursos que tienes se agoten? La buena noticia es que no estás solo en esa isla, la mala es que esa isla no es imaginaria: es el planeta Tierra.
En las últimas décadas, los constantes y abrumadores cambios climáticos han llevado a los gobiernos de todo el mundo –y a la sociedad civil–, a desarrollar estrategias que permitan a los seres humanos cohabitar en el planeta causando los menores daños posibles al medio ambiente, respetando todas sus formas de vida, incluyendo la propia. A todos estos mecanismos y esfuerzos organizados se les ha denominado desarrollo sostenible (o sustentable como calco del término en inglés «sustainability»). Fue en 1987 en el Informe de la Comisión de Bruntland que fue definido como un «desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades»[1].
En términos del sostenibilidad, existen tres elementos que deben ser atendidos al ser esenciales para la consecución del equilibrio mundial: el medio ambiente, la sociedad y la economía. Así, no se trata únicamente de salvar los ecosistemas o evitar la extinción de las especies, sino de procurar el equilibrio de estas tres partes.
Los problemas que el desarrollo sostenible encuentra son la superpoblación, la desigualdad, la erosión, la desertización, el sobrecalentamiento global, la escasez del agua, los residuos domésticos, el suministro energético, los sistemas de transportes y los productivos, la pobreza, la marginación, entre muchos otros.
Los procesos encaminados por la sostenibilidad procuran que la actividad económica mantenga o mejore el sistema ambiental, asegurándose de que se logren avances en la calidad de vida de todos. Además, la sostenibilidad hace uso de los recursos –naturales y humanos– eficientemente, promoviendo la equidad e igualdad entre personas, y el reciclaje y reutilización de materiales. El desarrollo sostenible busca la implantación y fortalecimiento de tecnologías limpias, la restauración de los ecosistemas que han sido dañados, la promoción de la autosuficiencia regional y el reconocimiento de la importancia y trascendencia que la naturaleza juega para el bienestar y supervivencia de la especie humana.
Lo que hace más de veinte años comenzó siendo un llamado a la reflexión, es ahora una necesidad. Las historias de ficción son ahora una realidad, y los procesos de sostenibilidad no pueden ser solamente responsabilidad de los gobiernos. Es obligación de todos nosotros detener el deterioro de nuestros ecosistemas, procurar la convivencia armónica entre comunidades y promover la igualdad entre seres humanos.
[1] Véase <http://www.unesco.org/new/es/education/themes/leading-the-international-agenda/education-for-sustainable-development/sustainable-development/>